Por primera vez desde 1948, Entre Ríos no participará en los Juegos Evita. Sí, leyó bien: la provincia que hace apenas un año cosechaba 75 medallas y se consolidaba como una de las más competitivas, en 2025 no estará presente en la cita deportiva más federal e inclusiva del país.
El argumento oficial es tan frío como lapidario. El secretario de Deportes, Sebastián Uranga, justificó la medida señalando que “hubo que optar por los juegos entrerrianos por cuestiones económicas”. En la misma línea, el secretario general de la Gobernación, Mauricio Colello, comparó la situación con una “manta corta”, asegurando que eligieron priorizar que los fondos “se queden en la provincia y no vayan a Mar del Plata”.
La comparación, además de reduccionista, ignora lo esencial: los Juegos Evita no son un gasto, son una inversión. No se trata solo de competencias, sino de un trampolín para miles de chicos y chicas que encuentran allí una oportunidad única de crecer, viajar, integrarse y soñar. Como recordó la profesora Patricia Lescano, entrenadora de atletismo en Colón: “Los Evita son el semillero de todos los deportes. Para disciplinas como el atletismo, son el verdadero trampolín”.
La decisión del gobierno provincial, encabezado por Rogelio Frigerio, es un golpe directo a la juventud. Una generación entera de deportistas entrerrianos quedará afuera de un escenario donde se forjaron talentos como Emanuel Ginóbili, Luciana Aymar o Paula Pareto. Y lo más grave: se les arrebata a los jóvenes de sectores más vulnerables la posibilidad de ser parte de un espacio que promueve integración, solidaridad y trabajo en equipo.
Resulta paradójico recordar que Yohana Fucks, hoy funcionaria de la Secretaría de Deportes, fue la docente que alguna vez le escribió a Messi pidiéndole que no dejara la Selección. Hoy, bien podría escribirle al gobernador Frigerio para que no deje a los chicos entrerrianos afuera de los Juegos Evita.
Lo que se presenta como una decisión económica es, en el fondo, una decisión política. Y el mensaje es claro: cuando hay que “ajustar la manta”, los primeros en quedar destapados son los jóvenes.
